Hoy amanecí más temprano que nunca, desperté entre mantas que me protegen del frío, y miedos que encueran mi alma. Me tocó ver el pedacito de cielo que entra por mi ventana, ese que es sólo para mí, que a veces llora conmigo, y también se enciende a la par de mis ojos.
La luna no quiso aparecer, sé que estaba en alguna lugar, pero no quiso ser parte de mi cielo exclusivo, le pareció más atractivo dejarse seducir por alguien que le estaba regalando una serenata, el ego de saberse tan hermosa no le permitió estar ahí para mí, ella sabía que sólo tenía una nostalgia y dos suspiros…Qué poco verdad?, ella que inspiró versos por siglos, y es testigo de grandes historias, no aceptó la invitación de mi desvelo, y se perdió la fiesta de mi amanecer.
Intenté contar las estrellas que se dejaban ver dentro del marco, cuando iba por la número quince, un susurro me hizo perder la cuenta, no sé si era una canción; versos; palabras de amor; suspiros que por error pasaron, y se quedaron a ponerle banda de sonido a mi amanecer; pero eso que escuché sin saber bien lo que era, me habló de sueños; de horizontes lejanos y posibles; de abrir puertas; de agregarle palabras nuevas a mi diccionario; de instantes mágicos; y de que en éste mismo momento, alguien contaba estrellas y también perdió la cuenta por escuchar un susurro, y sin entenderlo demasiado supo de mi sin saber de mi existencia.

Los rayos del sol ya quieren aparecer, ya no tardan en entrar y arrugar mi cara con su claridad, pero yo no quiero que termine, hoy quiero quedarme en mi lugar encantado, y quiero que la vida me incluya en todo los momentos, hoy voy a hacer que todo el día sea un amanecer, para nunca perder las ganas de empezar.