Sentados en la vereda estaban Valentino y Alfonsina.
Valentino puede ser un adulto que se niega a ser grande. Alfonsina una niña atrapada en el cuerpo de una anciano. Cómo no existen pueden ser y llegar a donde quieran. Tal vez se conviertan en los protagonistas de un cuento, y logren eso que yo siempre quise: cambiar el mundo. Tal vez digan lo que yo siempre he callado. Son más libres que un par de alas en pleno vuelo, pero también presos de nostálgicas palabras. Tan invisibles cómo para llegar a lugares que nunca iré. Tan inocente y humanos para tener ganas de morirse mañana.
Cuando quieren salir de ese lugar encantado para formar parte de un momento, se apoderan de mi imaginación para existir a través de mis palabras.


Valentino suspiró y dijo en voz alta.
- Me gustaría ser eterno.
Alfonsina con una espontánea preocupación –sin gustarle mucho la idea- salió al cruce de ese deseo.
-Ay no! sería espantoso vivir para siempre. ¿De dónde sacarías las ganas y el valor para querer quedarte en esta vida?
- Tranquila Alfonsina, yo no mencioné vivir para siempre, sólo quise ser eterno.