Mis dedos se deslizan acariciando las cuerdas de mi guitarra, me aferro a ella intentando recuperar los abrazos que nunca di, y soñando con esos que quiero dar.
El sonido de una nota desafinada pasa desapercibida al confundirse con la lluvia que susurra algo en mi ventana, yo no entiendo lo que dice, pero veo que en el cristal me ha dibujado una lágrima.
Tal vez es tiempo de recordar hasta agotar la memoria; escribir una historia sabiendo el final sin conocer su comienzo; encontrar lo que nunca busqué; y dejar atrás lo que no es para mí.
La lluvia continua, y mis dedos no dejan de buscar la melodía que pueda vestir unos versos de canción, inspirados por nadie pero que hablen de todo; que cuenten de mí, pero que disfracen mi alma; palabras que hablen de mi lugar encantado sin revelar el camino; de las cosas que me gustan, pero no las que sueño, tengo miedo de que alguien mientras duermo me robe algún duende…esos que te ayudan a alcanzarlos.
El viento trae consigo las últimas ráfagas de frío de este invierno; también algo de nostalgia; y algunas musas que fueron a dar al pie de mi ventana, tal vez alguien las dejó escapar al suspirar, y me las regaló sin conocerme, y sin saber que viajarían hasta mi guitarra para darle vida a mi mejor canción.