En tiempos difíciles las cosas no salen como las soñamos; pierdes batallas; los sueños dan un paso al costado; todo duele y hasta respirar pesa. Las mañanas son iguales, nos despertamos con la esperanza de que algo va a cambiar y nada pasa.
La vida ya no se ve con aquellos ojos de niños, y no encontramos el manual para entenderla.
Yo no conozco la fórmula de la felicidad, pero si sé que el dolor no me va a quitar lo mejor que pueda tomar de cada cosa, y también que los parches para el corazón te pueden rescatar. Un abrazo no soluciona tus problemas pero puede ser un buen refugio.
Un detalle no quitará tus penas pero puede hacer que tu alma se desahogue con un suspiro. Una palabra tierna y a tiempo te puede decir lo especial que eres. Una llamada a última hora del día te dirá que no estás solo. Alguien con una nariz roja puede ser el culpable de robarte muchas sonrisas.
Deja que te cuiden aunque sea en silencio; que alguien vele tu sueño; que te miren a los ojos y no te hagan preguntas, y si las hacen dile que no puedes solo.
Seguramente las heridas no sanarán mañana pero deja que las curitas hagan su trabajo, que los parches cubran un ratito el dolor, respira profundo, y dale una tregua a tu interior.