Valentino y Alfonsina



Alfonsina vio que Valentino estaba raro y se acercó a preguntar:

-¿Valentino que pasa?. ¿Te sentís bien?.
-Me siento extraño, tengo dentro de mí un sentimiento que no me gusta.
-¿Me puedo sentar y me contás?.
-Gracias Alfonsina, aunque te quedes conmigo y no me digas nada, necesito tu compañía. A veces el silencio consuela más que las palabras más dulces.
-Acá me quedo hasta que decidas contarme, o no me quieras decir nada.
-Tengo miedo Alfonsina.
-¿Miedo de qué?. ¿De quién?.
-Le tengo miedo a la vida.
-¿A la vida?. Pero si tus ojos Valentino brillan de tanta paz y alegría que brota de tu interior.
-Tengo miedo de hacerme grande.
-Pero eso es inevitable, los dos vamos a cambiar.
-Eso es lo que no quiero, yo sé que voy a crecer, pero no quiero ser grande, porque cuando deje de ver la vida como la veo yo, en ese momento habré perdido las ilusiones, los sueños no tendrán valor, y lamentablemente me habré convertido en un adulto.

Cartas. Cartas. Cartas.



Hace unos días mi gran amiga Martha (Martu le digo sólo yo de cariño) me agradeció por algo que a mí me gusta hacer: escribir cartas. Ella me dijo que casi nadie hace eso hoy, y que era muy importante compartir algo tan maravilloso como enviar en un papel escrito de puño y letra pedacitos de tu vida, sentimientos, emociones, la nostalgia provocada por la distancia, pero esa misma distancia te da la oportunidad de sentir mariposas en la panza cuando a tu puerta llega un sobre que contiene algo más que un papel.
Es tan grande el poder que puede tener una carta, que al momento de escribirla descubrís cosas que tal vez no sabías que tenías, o que se podían hacer, y al momento de recibirlas te sentís la persona más especial del planeta.
Una carta puede guardar algo más que palabras, yo aprendí a escribir suspiros y que lleguen a destino intactos, sin perder el sonido y la ternura del instante en que los liberó mi alma.

Un ejemplo de lo que puede significar una carta, es éste texto extraído del libro "Cartas a Nicolás" del escritor y maestro Uruguayo Ramón Igarzábal.



Nicolás:

Cartas. Cartas.
Cartas para contarle al mundo que alguien quiere querer y no lo dejan.
Cartas para los que miran las nubes buscando su patria.
Cartas para los que esperan que el mar les traiga lo que les ha llevado la tierra.
Cartas para los que saben porque están tristes.
Cartas para los que luchan para ser felices.
Cartas que sólo digan: mi corazón es tu tierra prometida.
Cartas para los que no esperan ninguna.
Cartas sin dirección ni remitente para caer de pronto sobre la plaza sitiada por la ciudad inmensa.
Cartas arrastradas por los vientos de primavera hacia donde los hombres preparan sus tierras para el trigo.
Cartas en todos los idiomas cayendo sobre el mundo con la lentitud de las gaviotas en el estuario.
Cartas para despertar al soldado que duerme en la trinchera y decirle: N
o mates inocentes porque matas tu inocencia.
Cartas que busquen la buena luz del sol junto con las palomas de los bulevares y los niños que venden diarios.
Cartas heridas de ternura que irrumpan con una música de lluvia en los paneles de controles.
Cartas que, como los caracoles marinos, tengan una música circular y eterna.
Cartas. Cartas. Cartas.
Aunque las lean y las olviden.

Cartas. Cartas. Cartas.


Martu: el post y la carta a Nicolás son para vos, es mi forma de agradecerte por no dejar que algo tan mágico como escribir una carta se pierda, y que ni el tiempo, ni la tecnología mate una acto tan sublime de convertir un papel en blanco en arte.

La niña de las hojas y lápices



Todas las tardes y a la misma hora pasaba por aquel lugar. Si bien no tenía aspecto de ser una niña de la calle, se notaba que en su vida había mucha carencia. Dueña de unos hermosísimos ojos negros, de una mirada que te regalaba imágenes, y derretía al corazón más duro. Así hacía su camino, sin darse cuenta de la ternura tan grande que inspiraba.
A veces llegaba sola, pero había días que la acompañaba alguien más pequeño que ella, le apretaba la mano con tanta fuerza, cuidaba tanto de ese ser que ni el mismo destino se hubiera atrevido a separarlas, yo creo que era su hermanita, tenía que serlo, sus ojos me lo decían.
Nada detenía su marcha: lluvia, viento, sol, frío, siempre estaba ahí, y yo esperaba puntual en la ventana para disfrutar la fiesta de su encuentro. Ella tenía para mí una sonrisa, yo le regalaba unas palabras que el cristal impedía que las escuchara.
Siempre se repetía la misma situación, hasta que mi curiosidad me llevó a ese lugar y pregunté: ¿qué es lo que busca esa niña que se acaba de ir y siempre viene por acá?, y una chica muy emocionada respondió: sólo busca algo tan simple y tan grande como hojas y lápices, esa niña sólo quiere estudiar.

Un día de furia



Cuando todo está en orden. Los días pasan en perfecta armonía. La calma reina. La nostalgia no pintó de gris tus atardeceres. Tus sueños te impulsan cada vez más. Ves al mundo a tu manera y no como está. Ni la lluvia empaña tus cristales, ni las palabras con cierto tono de malicia hacen ruido en tus oídos. Te parece increíble después de lo que pasaste estar tan bien contigo mismo.
Pero como todo acaba, todo empieza, algo o alguien llega para derribar el castillo de naipes, ese que te costó mucho levantar. Los fantasmas atraviesan tu interior como lo hacen con las paredes. Los miedos juegan a su antojo con tus emociones, y es ahí que el egoísmo se apodera de tus palabras, pensamientos, y la furia te hace ver y decir cosas que en el fondo no sientes, y no son mas que un desesperado intento de desahogo.
Llegas a pensar que nada te pertenece, las ausencias pueden más que las presencias, y no ves a los seres y las cosas que son, que si están, que si se quedarán.
Pero como toda acaba, todo empieza, la noche pasará, el sol brillará otra vez, y la vida te dará suficientes motivos para creer que la nada no existe, y que algo –en pequeña o gran medida- es tuyo y si te pertenece.

El viaje de Antonio.

Te fuiste una noche, tomaste un vuelo con pasaje de ida a la luna y no me llevaste. Te vi partir con tu aspecto cansado, con unas alas que en la tierra pesaban demasiado y querían otro cielo. Cruzaste la línea buscando algo de paz, alguien te ofreció un trato justo y lo tomaste, creo que necesitaban a seres especiales por eso te llamaron.
Al marcharte dejaste algunas deudas: el abrigo de un abrazo; consuelo para los días de miedo; tu mano para ayudarme a escribir mi historia; la luz de tus ojos verdes; tu arte para ayudar a mis musas; un cuento sin final; una pared sin pintar; un sitio sin visitar; un camino sin huellas que seguir;
respuestas a mis preguntas; y un manual para entender tu viaje.
Ahora se que estás en un lugar mejor, ahí el arco iris no sale después de la lluvia porque siempre está, todo es una gran obra de arte llena de colores. El tiempo no existe. La música no para. Los seres miran con el alma. Las flores son eternas. Las golondrinas no se van porque siempre es primavera. Los sueños no existen porque todo es realidad.
Ahí seguro vive el fauno de un cuento fascinante, y su autora es el ángel que me enviaste para ser mi cómplice en el camino.
Yo sé que estás muy bien porque ahí si vale la pena conocer la eternidad, perdona mi egoísmo si de vez en cuando te regalo una lágrima, pero ser un simple mortal y vivir en éste mundo me hace pensar que a veces Dios se equivoca.
Yo no sé que pasará con mi vida mañana, pero si sé que uno de estos días nos vamos a sentar juntos en el menguante de la luna para ver el sol llegar.


Un blog increíble.


Los que tan amablemente leen mi blog desde que nació, saben de las cosas que me gustan, y mucho más mis amigos que conocen en lo que me inspiro, lo que me identifica y me apasiona. La música es una de ellas, y con mis manos torpes y temblorosas intento que de mi guitarra salgan notas que hablen de algo, que sean mis cómplices a la hora de atrapar musas, aunque la inspiración a veces no aparezca, yo hago el intento de llegar a la creación.
Si hay alguien que me invita a soñar, a robarme historias, me transporta a cada lugar que menciona en sus canciones, ese es el gran Ismael Serrano, y hoy buscando información sobre algo que quería leer, me encontré con la enorme sorpresa de que éste cantautor tiene un blog. Ismael tiene un rinconcito como el tuyo, como el mío, donde dejamos trocitos de nuestras vivencias, esas historias donde disfrazamos al protagonista para ocultar que somos nosotros, compartir momentos inolvidables, dejar algo de nuestro corazón con parches, y nuestra alma en cueros.
Un lugar soñado es el nombre del blog, todavía no caigo, pero mientras alguien me quita la ilusión, o me dice que es un sueño hecho realidad, yo pienso seguir disfrutando de sus letras a través de su música, y ahora también de lo que no dice cantando.

90 y 10

Existe un lugar sin dirección, no todos pueden ver el camino para llegar, y no es tan fácil de encontrar. Allí todo es complicidad, confianza, amistad, y amor, ese espacio mágico que es inalcanzable para mucho se llama 90 y 10.
No es un bar pero sirve para desahogar las penas. No es canción pero yo lo uso como inspiración. No es una nave espacial pero es mi motor. No es un libro pero cuantas historias yo pude leer ahí. No está en la tierra pero es mi árbol azul, y sus raíces el mejor cimiento para hacer de el mi refugio. No sopla viento pero impulsa mis alas. No está cerca de mí pero nos vemos a diario. No es una obra de arte pero le sobran colores. No se puede explicar pero tiene muchas razones.
Es tan grande y especial que me duele pensar que puedo perderlo. No sabía que existía y siempre lo eché de menos. Me costó muchos años encontrarlo, ahora quiero que sea eterno. Me salva la vida pero también me mata del miedo. No es un hogar pero me hace sentir como en casa. No hay paredes que atravesar pero los fantasmas siempre están, esos molestan y mucho porque a veces no te permiten disfrutar. No es mío pero lo siento de mi propiedad, ahí conocí mi lado egoísta, lo asumo pero no lo puedo evitar.
El 90 y 10 tiene tanta sinceridad, el 90 es una gran verdad, y el 10 un tremendo disfraz.