Valentino y Alfonsina




Alfonsina se despertó con muchas ganas de hacer cosas, de repente soltó una expresión muy espontánea.
-¡Vamos a pintar!.
Valentino algo sorprendido respondió:
-¿Pintar qué?.
-Podemos darle forma y color a las cosas hermosas.
-Está bien, me gusta tu idea, pero no te olvides que además de cosas hermosas, hay sentimientos hermosos. ¿Cómo pintar eso?.
-Mira Valentino, yo una vez vi suspiros plasmados en una carta, si alguien pudo escribir suspiros, yo puedo pintar algo puro y hermoso, no sé que pueda ser…¡ya sé!. ¡Tu alma!.
-¿Mi alma?. ¿Cómo harías eso?.
-No sé que forma le daría, ni los colores que usaría, pero voy a pintar tu alma para que se la pueda ver aún con los ojos cerrados.

Parches para el corazón

En tiempos difíciles las cosas no salen como las soñamos; pierdes batallas; los sueños dan un paso al costado; todo duele y hasta respirar pesa. Las mañanas son iguales, nos despertamos con la esperanza de que algo va a cambiar y nada pasa.
La vida ya no se ve con aquellos ojos de niños, y no encontramos el manual para entenderla.
Yo no conozco la fórmula de la felicidad, pero si sé que el dolor no me va a quitar lo mejor que pueda tomar de cada cosa, y también que los parches para el corazón te pueden rescatar. Un abrazo no soluciona tus problemas pero puede ser un buen refugio.
Un detalle no quitará tus penas pero puede hacer que tu alma se desahogue con un suspiro. Una palabra tierna y a tiempo te puede decir lo especial que eres. Una llamada a última hora del día te dirá que no estás solo. Alguien con una nariz roja puede ser el culpable de robarte muchas sonrisas.
Deja que te cuiden aunque sea en silencio; que alguien vele tu sueño; que te miren a los ojos y no te hagan preguntas, y si las hacen dile que no puedes solo.
Seguramente las heridas no sanarán mañana pero deja que las curitas hagan su trabajo, que los parches cubran un ratito el dolor, respira profundo, y dale una tregua a tu interior.


Todo...Casi todo

Todo…

Te dejo mis pasos, mis pies descalzos y fríos,
aunque sus huellas valgan nada y no indiquen el camino.

Todo…

Mi verdad, mis tres virtudes y media,
y mi nostalgia al despertar.

Todo…

Aunque no sepa como dar,
pero si he de renunciar, te dejo la parte de cielo que me toca,
mi nube con forma de alma, y los latidos que me sobran.

Todo…

Lo que siempre quise ser,
mi disfraz de valiente, la fe que digo no tener,
y los sueños que me robé.

Todo…

Las palabras que no se decir, los versos que perdí
y fueron a parar en una carta.
Mi boceto de felicidad,
y la suficiente locura para creer que puede ser eterna.

Todo…

Silencios que se entiendan con sólo una mirada.
Mi cicatriz en el hombro, y esas que están pero no se ven,
las ocultan mi piel y llegan hasta el fondo.

Todo…

La libertad de mi ala izquierda, la otra hace mucho la llevas amarrada a tu vuelo.
Las líneas de mi mano, no se lo que dicen pero hablan de caricias.

Todo...

Te dejo todo…casi todo.
El mejor de mis males…tu ausencia,
esa es egoísta y mía, sólo mía.

Mi guitarra y una canción


Mis dedos se deslizan acariciando las cuerdas de mi guitarra, me aferro a ella intentando recuperar los abrazos que nunca di, y soñando con esos que quiero dar.
El sonido de una nota desafinada pasa desapercibida al confundirse con la lluvia que susurra algo en mi ventana, yo no entiendo lo que dice, pero veo que en el cristal me ha dibujado una lágrima.
Tal vez es tiempo de recordar hasta agotar la memoria; escribir una historia sabiendo el final sin conocer su comienzo; encontrar lo que nunca busqué; y dejar atrás lo que no es para mí.
La lluvia continua, y mis dedos no dejan de buscar la melodía que pueda vestir unos versos de canción, inspirados por nadie pero que hablen de todo; que cuenten de mí, pero que disfracen mi alma; palabras que hablen de mi lugar encantado sin revelar el camino; de las cosas que me gustan, pero no las que sueño, tengo miedo de que alguien mientras duermo me robe algún duende…esos que te ayudan a alcanzarlos.
El viento trae consigo las últimas ráfagas de frío de este invierno; también algo de nostalgia; y algunas musas que fueron a dar al pie de mi ventana, tal vez alguien las dejó escapar al suspirar, y me las regaló sin conocerme, y sin saber que viajarían hasta mi guitarra para darle vida a mi mejor canción.

No es necesario ver para mirar


Todas las mañanas cuando voy a mi trabajo se repite el mismo episodio: el anciano con la mirada entre sombras, y la chica con sus libros, de mirada soñadora.
El anciano con aspecto cansado, aferrado a su bastón color marrón que son sus ojos, y lo ayuda a encontrar el camino. La chica de paso sereno apura su marcha cuando ve que él llega, en ese momento se produce el rutinario encuentro.

Como a mi me gusta robarme historias, imaginar diálogos, estos personajes sin saber le regalan un instante tierno a mi alma, y alas a mi imaginación. A pesar de estar a unos metros parece que los escucho…

-Señor buen día. ¿Va al mismo lugar de siempre?.
-Señorita que gusto encontrarla, si voy al viejo almacén como todos los días, mi desayuno depende de cuanto demore en llegar allí.
-¿Me permite ayudarlo?.
-Claro, el poco orgullo que me queda no me permitía pedírselo.
-No se preocupe para mí es un placer, además no tiene que sentir pena ya nos conocemos, somos amigos de la vida, esos que no tienen identidad, pero por algo se encuentran.
-Tiene razón.
-¿Entonces que dice?. ¿Me da su brazo?.
-Con mucho gusto. ¿Se imagina?. Voy a ser la envida de todos, ir del brazo de una hermosa niña.
-Gracias, pero no soy hermosa.
-Si lo es, no necesito verla para mirar su interior, y créame hace tiempo no percibo un ser tan maravilloso.
-Gracias. ¿De que se ríe?.
-De sus mejillas. ¿Están rojas verdad?.
-Si, es que sus palabras fueron muy lindas, y no creo merecerlas.
-No sienta pena, sólo dije la verdad.
-Ya llegamos.
-Que rápido, creo que me estoy malacostumbrando a su agradable compañía.
-Mañana si el reloj quiere acá nos vamos a encontrar.
-Gracias señorita.
-De nada, para mí es un placer.
-Que Dios la bendiga, y no se sienta triste, la vida tiene para usted algo maravilloso, sólo tiene que estar atenta.
-Gracias, que tenga un lindo día, y vuelva con cuidado por favor.
-Gracias a usted por ser mi ángel terrenal.
-Nos soy un ángel, no tengo alas.
-No tiene alas, pero unas manos puras, y solidarias que me hace más fácil el comienzo del día.
-Ya le dije que es un placer, me voy porque llego tarde, hasta mañana.

Después de observarlos varios días, estoy convencida que los dos se necesitan, él para llegar a tiempo a su destino, y ella para hacer un alto en el camino.