Cuando intenté abrir la puerta alguien lo hizo por mí, yo entraba a un lugar público y ella salía, cuando vio que me acercaba corrió, y en un gesto de cortesía y educación me dejó pasar primero. En ese segundo en que le di las gracias y nuestros ojos se cruzaron me encontré con una mirada que expresaba tanta ternura de mil maneras diferentes, yo lo pude ver y sólo me bastó un instante.
No pude evitar sonreír, no tenía ganas de hacerlo, pero no todos los días tengo la posibilidad de cruzarme con alguien tan especial, así que me dejé atrapar por su magia.
Una vez me dijeron que si una persona tenía la capacidad de cambiar tu día, o matizar con otros colores el gris de tu tristeza me habría encontrado un ángel terrenal, ayer yo me tropecé con uno, mi condición de simple mortal no me permitió verle las alas, pero yo sé que las tenía.
Ese ser diferente y no lo digo porque sea una niña down, la diferencia la hace todas las capacidades que tiene, eso que a ella le sobra y nosotros no conocemos, ella nació para enseñar lo que no se puede aprender, el odio es un sentimiento que nunca conocerá; las cosas para ella son dignas de admiración y no de envidia, por eso siempre mantendrá su capacidad de asombro intacta.
El amor más puro, incondicional y perfecto lo lleva en su alma, y su luz será un faro en el camino para poder entender que al mundo le queda una oportunidad todavía.
En ese encuentro yo salí ganando, yo a ella seguramente no le dejé nada, pero ella a mí me regaló algo tan simple y tan grande como las ganas de volver a escribir otra vez.