Valentino no dejaba de observar a Alfonsina, sentía curiosidad por saber que era eso que ella tenía entre las manos, y no dejaba de contemplar con una expresión difícil de explicar en la mirada, parecía que nada era más importante que aquel objeto.
La ansiedad terminó por vencer a Valentino y no le quedó más opción que ir a averiguar.

-¿Puedo saber Alfonsina por qué miras con tanto amor esa caja?
-No es una caja, es un cofre, y lo más importante es lo que tiene adentro.
-¿Es algo de mucho valor?
-Si Valentino, es algo muy valioso, algo que no todos tienen y es muy difícil de encontrar. Es un tesoro que no aparece en ningún mapa.
-Trato de entender pero no logro darme cuenta que guardas ahí.
-Te lo voy a decir porque es algo que me gustaría compartir contigo. Valentino, en ese cofre guardo momentos.
-¿Momentos? Perdóname Alfonsina, pero cada vez entiendo menos.
-Decidí atesorar para siempre los maravillosos momentos que me regaló tu amistad.
-¿Pero por qué Alfonsina? Yo estoy acá, y diariamente disfrutamos de nuestra amistad.
-Yo creo que es por miedo Valentino.
-¿Miedo? ¿Hice algo? ¿Te quieres alejar?
-Miedo a perderte, miedo a que llegue el día que no tenga el refugio de tus abrazos, tus oportunas palabras, esos silencios donde en tus hombros encallaban mis lágrimas. Miedo a que no estés ahí para jugar a la rayuela conmigo. Cuando a mi vida le falte una pieza sin ti no voy a poder seguir con el rompecabezas. Miedo a cuando no pueda con las diferencias, y no hablo sólo de las clases de matemáticas. Miedo a crecer y que me falte tu niño, ese que no me dejaría ser grande. Por todo eso y más decidí guardar los momentos.

Valentino con un nudo en la garganta, el alma llenita de ternura, y los ojos más brillantes que nunca hablo:
-Antes que nada Alfonsina quiero darte las gracias por todo el cariño que sientes por mí, y el valor que le das a mi amistad.
-De nada Valentino, perdona que te interrumpa, pero déjame decirte que el amor no se agradece, sólo se siente y se disfruta.
-Tienes razón Alfonsina, y yo también quiero decirte algo: así como tú tienes esa cinta que sujeta tu cabello, yo tengo otra que amarra nuestros caminos y lo convierte en uno solo, así que agárrate de mi mano, quédate conmigo, y abramos juntos el cofre de los momentos, si los dejamos libres seguro serán eternos.