Valentino y Alfonsina procuran estar juntos todos los días, disfrutan mucho uno de la compañía del otro. Estos gigantes bajitos conocen la esencia de las cosas, y entienden demasiado la vida aún cuando apenas la están transitando. Tal vez son ángeles terrenales, y a cambio de las alas les regalaron la capacidad de saber mirar y el don de los sentimientos más nobles.
La tarde estaba fría, Valentino pasó a buscar a Alfonsina para disfrutar de los últimos rayos de sol y también ver un atardecer pintado de naranja, las pinceladas que le da el otoño a las cosas provocan una sensación de nostálgica felicidad, entre suspiros y sonrisas los momentos se vuelven únicos e inolvidables.
Valentino sabía que para ver al sol caer en los brazos del río el puerto era el mejor lugar, Alfonsina aceptó muy emocionada la invitación. Cuando llegaron el cielo se veía hermoso, pero algo lo empañaba: la mirada triste de una niña que tal vez esperaba que el atardecer se llevara eso que tanto dolía.
Valentino y Alfonsina no pudieron contener el impulso y se acercaron para intentar ayudarla, Valentino fue el primero que habló:

-¡Hola! ¿Está hermosa la puesta de sol no?
-Si lo está, pero las cosas hermosas y las que no son tan hermosas hay que estar dispuestos a querer mirarlas, de lo contrario pasan por tu vida sin que te afecten.
-Estoy de acuerdo con tu respuesta, me imagino que si estás acá es porque sabes mirar los regalos de la naturaleza. Perdón por mi atrevimiento, mi nombre es Valentino y ella es mi eterna amiga Alfonsina. ¿Tú cómo te llamas?
-Azul es mi nombre.
-Niña azul, tienes un nombre hermoso, un nombre con el color del mar, el cielo, y seguramente tu alma también.
-Gracias, pero mi alma no tiene ese color.
-¿Por qué estás tan segura de eso?
-Porque lo siento.

En ese momento Alfonsina no aguantó las ganas de intervenir en la charla.
-Azul, ¿Por qué se refleja tanta tristeza en tu mirada?
-Es que perdí tres versos y un motivo.
-¿Tan importantes son que te provocan tanta tristeza?
-Muy importantes, eran versos que hablaban de amor, ilusiones, y fe; el motivo que ya no tengo es el de volver a escribir.
-Entiendo tu dolor azul, cuando algo ser pierde, o se rompe se ve y se siente todo de otra manera, así es la vida y vivirla es nunca terminar de empezar, todo acaba y todo puede comenzar, pero lo importante es que las cosas sucedan.

Azul miró a Alfonsina con mucha ternura, creo que sus palabras fueron las que necesitaba oír.
En silencio Valentino se acercó le tomó las manos a Azul y le dijo:
-Te dejo mis versos.
Alfonsina repitiendo el gesto de Valentino agregó:
-Y yo mis motivos.
Valentino continúo hablando:
-Te regalamos estas cosas para que no eches tanto de menos las que perdiste, para que las uses y puedas escribir en el futuro la historia que te negó el pasado, para que puedas entender que no está perdido aquello que no fue, y que todo se ve de otra manera con un nuevo amanecer.