Gracias Noel!!!

De un tiempo hasta hoy he perdido algunos motivos; hay sentimientos que no los puedo leer, ver, ni escuchar, y emociones que jamás voy a sentir. Lo que ya no ocurrió el destino se encargó de avisarme que tampoco vendrá.
Pero siempre pasa algo que te rescata y te hace saber que a final de cuentas estás vivo.
A veces tus más grandes aliados, esos que llevan el disfraz de amigos, no son más que seres especiales, ángeles terrenales que con un toque de magia te devuelven lo que sientes perdido.
También un simple detalle, un gesto, una solitaria y dulce palabra te hacen saber que para alguien eres importante, eso da fuerzas y llena de colores el presente, y el boceto del futuro tendrá buenos cimientos.

En este caso una historia de cuatro minutos treinta y cuatro segundos, con la que yo me tropecé, y que me la contó un joven cantautor que no sabe de mi existencia, y nunca se enterará que con su breve cuento lleno de imágenes, letras, y sonidos me regaló un ratito de ternura, me robó una lágrima y me dibujo una sonrisa.

¡Gracias Noel por recordarme lo hermoso que es suspirar!!!

Noel Schajris
-No velo la hora-
Álbum: Uno no es uno


Igual que Quasimodo


Cada día es igual, desde que nació las cosas le pasaron por al lado. Él siempre tuvo la esperanza de que algo por más breve que fuera afectara su vida de una forma especial, y ante la ausencia de momentos al igual que Quasimodo se dedicó a observar.
No vive en un campanario pero su ventanal le muestra un mundo al cual no pertenece. Entre nostalgias y talento plasma en un papel lo que siempre soñó ser, eso que antes de llegar se fue. La joroba la tiene en el alma por guardarse todo lo que tenía para dar. Los brazos vacíos por lo que no pudo amarrar. Las manos sin líneas que indiquen un destino. Las alas sin viento no conocen un impulso y mucho menos la libertad. Sus ojos no tienen el brillo que provocan el reflejo de las miradas largas.
Cuenta con una inmensa ternura que aún sigue envuelta en un papel celofán, no sé si por miedo a que vean su fragilidad, o la guarda para cuando alguien quiera llegar a su puerta y pase sin golpear.
A veces un atardecer le ilumina su rostro, y hasta se le puede ver sonreír. Las noches lo vuelven más solitario aún, suspira sin saber porque lo hace, y no se atreve a pedirles deseos a las estrellas fugaces porque sabe que nunca se harán realidad, por eso las ve caer y deja que alguien más sueñe en su lugar.
Las únicas caricias que conoce son las de la lluvia, y los únicos susurros que le trae el viento son con palabras ajenas. La calle le ofrece historias de otros, papeles que él nunca va a interpretar, y lugares que nunca va a ocupar.
Cuando la imaginación no es suficiente aparecen las cosas simple, las pequeñas felicidades de las que se aferra para encontrar un sentido, y así logra vencer una batalla entre tantas perdidas.
Cada vez que recuerda su vacío pasado otra herida marca su corazón, y está enfermo a causa de las cosas básicas que no sucedieron, al presente a pesar de los matices lo sufre, y el futuro es un desconocido al cual no le interesa verle la cara.
Hoy sobrevive a fuerzas de su noble y gran espíritu, es un simple mortal y merece ser feliz por una eternidad.


Alejandro Lerner
-Confesiones frente al espejo-
Álbum: La magia continúa