Foto: Oteaba Auer


He perdido otro atardecer,

y el sol antes de esconderse
me descubrió pensando en ti.
Y me dormí con ganas de encontrarte.
Desde entonces te espero...

Te espero con un nudo en la garganta que lo provoca
la tristeza de mi alma quebrada,
en las noches solitarias donde no se escucha
más que el silencio, y me vuelvo el ser más
indefenso del mundo.

Entonces...si sabes de mi espera.
¿Por qué no vienes a buscarme?
Si sabes de mi angustia.
¿Por qué no vienes a abrazarme?
Tú me conoces, sabes que mi amor
está por encima del miedo que me provoca
volver a encontrarte y perderte otra vez.
Aún así te espero...

Con la ansiedad de un niño, la inseguridad de un adulto y
 la desesperación de los amantes.
No tardes, el tiempo es implacable y
no tiene piedad con los que esperan.
Yo no te busqué, tú me encontraste, y ahora te espero,
ya sabes donde, apresúrate...el sol ya se esconde.


Este texto ya fue publicado, pero creo que se merecía una segunda vuelta.