El día a día va dejando resultados que para la mayoría son un saldo negativo. Las mismas palabras son víctimas de un mal uso, pero sobre todo, existe un abismo entre lo que significan y la forma en que se aplican.

Urgentes son las palabras de amor que han caducado antes de haberlas pronunciado.
Urgentes son los abrazos para llenar el vacío de unos brazos.
Urgente es el grito que por mudo ha callado un sentimiento.
Urgente es levantar la mirada para ver el regalo de la luna.
Urgente es limpiarse las manos con la pureza de una caricia.
Urgente es el silencio que guarde el impulso de lastimar a alguien.
Urgente es el encuentro que alivie el peso de una espera.
Urgentes son las huellas en la arena, para que los pasos se hagan eternos al irse con el mar.
Urgentes son las bocanadas de emociones, para que el alma renueve  suspiros.
Urgente es recuperar al niño que llevamos dentro, reconocerlo más allá del espejo.
Urgente es desplegar las alas con el impulso que soplan los sueños.
Urgente es salir a caminar bajo la lluvia, y sentir en el rostro pedacitos de cielo.
Urgente es hacer una tregua con el tiempo, para llegar puntual a la cita con lo postergado.
Urgente es tratar de transformar las urgencias cotidianas y rutinarias, por las cosas simples de la vida.