Un diluvio le cambió el color al cielo, el sol estaba pero no lo vi, se recostó en la tierra y lo acaricié en un campo de girasoles, y me perdí entre los matices del gris y el amarillo.
No pude encontrar mi canción, no estaba en la radio, tampoco en el viento, menos en el viejo piano sin aquellas manos, pero al pie del ventanal un grillo me regaló otra tan diferente, pero yo la sentí igual, su melodía sin letra me contaba del amor y su incansable búsqueda.
Unos ojos verdes que hace años no veo, los reconocí en el brillo de una luciérnaga, mi mensaje mudo encontró la respuesta en un destello de luz.
Encontré un pasaje en un columpio, estiré los brazos y comencé a volar, no supe hasta donde viajé pero si pude llegar.
Los sueños pasaron jugando con las hojas del otoño, tomé uno en especial y lo guardé en una agenda sin tiempo, para que cuando se haga realidad me tome por sorpresa.
Había perdido un motivo y una oración, una calandria con su trino arrodilló mi desesperanza, y una lágrima quebró mi voz.
El rocío bañó de cristales el rosal, el alba dejó una fortuna en cada pétalo, espero que mi delito no sea condenable, porque ante tanta belleza tomé una rosa de ese jardín que no era mío.
En la calle una mirada larga me regaló un verso que no entendí, en la otra esquina encontré la rima que hablaba de eso que algún día será para mí.
Hay seres con almas elevadas que van a paso firme, en vez de alas llevan algo más en la espalda, algunos problemas, otros desilusiones, también tristezas, pero aún así hacen un alto en el camino para observar, y entienden más que nadie el significado de dar.
A veces la nostalgia no es más que eso que llaman extrañar, lo que postergaste por hacer que el silencio fuera el que gritara.
Hay trenes que no pasan dos veces, pero en la vía están las huellas de un camino, aunque te tardes, aunque tus pasos lleguen con heridas, puedes alcanzar esa estación que una vez se te escapó
¿No crees en los milagros? Todos los días y todo el tiempo ocurren, la vida aunque no tenga un manual es la prueba de que existen, el estar aquí y ahora para ser mejor también es un milagro, estar escribiendo esto y que llegue a tu puerta para mí es una bendición vestida de regalo.
Hay cosas que en apariencia son gigantes y no nos dejan nada, hay otras tan simples que nos dicen y nos dan todo.
Hay disfraces para cuando eso que esperamos no llega se pueda presentar en otra parte y de otras formas, no siempre detrás de algo oculto tiene que haber algo oscuro, una noche sin luna puede encender el más brillante e inolvidable de tus momentos.