No me sueltes aunque yo sea noche, y el alba amenace con iluminarme.
No me sueltes aunque yo sea recuerdo, y la memoria traiga al presente el olvido.
No me sueltes aunque yo sea poema, y la obra más importante de tu vida sea una canción.
No me sueltes aunque la nostalgia de mi día de lluvia no te deje ver el arco iris.
No me sueltes aunque yo sea otoño, y tu alma de golondrina tenga que emigrar a lo cálido de otros cielos.
No me sueltes aunque mis intentos de declaración sean algo torpes, y no lleguen puntuales al próximo baño de luna llena.
No me sueltes aunque yo sea huracán, y en la orilla de tu playa sople la brisa más suave.
No me sueltes aunque yo sea un cuento sin inicio, y tu vida sea una película con un final para siempre.
No me sueltes aunque yo sea lágrima, y se empañe la mirada donde se reflejan tus ojos.
No me sueltes aunque yo sea alas, y tú raíces.
No me sueltes aunque yo sea silencio, y tus palabras bailen entre muchos sonidos.
No me sueltes aunque mis brazos se cierren, y tus abrazos vivan encendidos.
No me sueltes aunque olvide el regreso a casa, y tú dejes una señal al pie del ventanal.
No me sueltes aunque yo sea desierto, y rompa el instante en que deshojas margaritas esperando una respuesta.
No me sueltes si no digo te amo, los sentimientos mudos suelen ser perfectos, y esa perfección a veces nace desde el silencio.


Sandra Mihanovich
-Dame un minuto más de ti-