Te fuiste una noche, tomaste un vuelo con pasaje de ida a la luna y no me llevaste. Te vi partir con tu aspecto cansado, con unas alas que en la tierra pesaban demasiado y querían otro cielo. Cruzaste la línea buscando algo de paz, alguien te ofreció un trato justo y lo tomaste, creo que necesitaban a seres especiales por eso te llamaron.
Al marcharte dejaste algunas deudas: el abrigo de un abrazo; consuelo para los días de miedo; tu mano para ayudarme a escribir mi historia; la luz de tus ojos verdes; tu arte para ayudar a mis musas; un cuento sin final; una pared sin pintar; un sitio sin visitar; un camino sin huellas que seguir;
respuestas a mis preguntas; y un manual para entender tu viaje.
Ahora se que estás en un lugar mejor, ahí el arco iris no sale después de la lluvia porque siempre está, todo es una gran obra de arte llena de colores. El tiempo no existe. La música no para. Los seres miran con el alma. Las flores son eternas. Las golondrinas no se van porque siempre es primavera. Los sueños no existen porque todo es realidad.
Ahí seguro vive el fauno de un cuento fascinante, y su autora es el ángel que me enviaste para ser mi cómplice en el camino.
Yo sé que estás muy bien porque ahí si vale la pena conocer la eternidad, perdona mi egoísmo si de vez en cuando te regalo una lágrima, pero ser un simple mortal y vivir en éste mundo me hace pensar que a veces Dios se equivoca.
Yo no sé que pasará con mi vida mañana, pero si sé que uno de estos días nos vamos a sentar juntos en el menguante de la luna para ver el sol llegar.