Parece que fue en la panza de mamá que comenzó, o cuando la cuna por traviesa no quiso jugar más y me empujó.

Los raspones en las rodillas por los primeros golpes que la calle del barrió después cicatrizó.

El pulso tembloroso al igual que la voz cuando eso de aprender a escribir y leer fue un desafío tan difícil, y sencillamente posible de conquistar.

Ir creciendo y ese cruce de caminos volverse la decisión más importante del día, o por la poca experiencia quizá…de la vida.

Los primeros cortes en el alma cuando el amor nos abandonó, esas despedidas que sólo fueron una pequeña separación, porque pronto volvería un nuevo encuentro en la magia de una canción.

No sé si fue así que la semilla se me plantó, y de mirar para atrás intentar dar vuelta las cosas y querer ser aprendiz de sanador.

No sé quién fue, pero esos sueños tan elevados alguien los estrelló sin permiso de aterrizaje, y sin paracaídas para amortiguar el golpe, lo que seguramente venía de otras vidas.

Quedarse en cueros y volver a empezar en constantes discusiones con Dios, entendí que el ego no era para mí, y que todo llega puntual aunque yo llegara tarde, y por querer siempre ganarle al tiempo fue que aprendí a perder y dar el salto a un gran crecimiento, y que cargar con mis errores, y con los que no fueron míos, era tiempos de dejarlos al pie de una roca en aquella peregrinación 

Dar por dar se convirtió casi en religión, tender una mano, secar lágrimas o acercar el hombro por si la necesidad era una catarata de llantos. Mirar al costado y saber ver. Con la solidaridad y humildad por bandera, entender que la suma de todo da como resultado algo tan sublime como el alma, eso de ser uno.

Nunca terminar de empezar y aprender es la clave de un peldaño más al crecimiento. Tal vez salvar el mundo sea demasiado pretencioso, pero hacer la diferencia suena casi perfecto y posible, para invitar al mundo a que se quiera salvar.

Y yendo así por la vida con incontables defectos y cinco virtudes, bailando donde el viento me despeine y me desarregle mis planes. Alineando mis energías, irradiar lo que somos con esos hermosos locos que entendieron que ser aprendiz de sanador, era la única opción de ser feliz con tan poco, y con eso tan grande de entregar el corazón