El color más brillante


Foto: Vanessa R.



Es asumido y compartido que los días de lluvia hacen conmigo un desbarate, no sé si soy yo la que escribe o las gotitas se deslizan por el teclado, no sé si soy yo la que siente o lo inspira el día empapado. No sé quien amaneció primero, si el sol se tardó y las nubes hicieron del gris el color más brillante, un color que puede no gustar pero cuando le da por pintarlo todo a su antojo es mejor abrir los ojos, no vaya a ser que te pierdas el milagro de su pincel.
Si en tu mundo es otoño tal vez dudes antes de salir, pero como en el mío es primavera, a pies descalzos voy al ritmo de un caracol sin pausa dejando huella en el camino, tal vez alguien la encuentre y quiera irse conmigo, llegar a la casita junto al lago con chimenea y barquito de papel anclado para cuando quieras izar velas, o simplemente quedarte a esperar a que la luna se le de por eclipsar.
Mirando por el ventanal me he dado cuenta que también fueron hechos para suspirar ¿O será que el gris me salpica la nostalgia encendiendo eso que llaman extrañar?
Las nubes lejos de ser una amenaza dejan al descubierto la transparencia de los ángeles, y aunque vuelen con las alas mojadas son los guardianes de tu sombra, a pesar de que esta no se vea.
Prueba ir sin paraguas, seguramente te sorprenderán caricias que no esperabas, detrás del vinilo están las mejores creaciones, y detrás del negro viene el blanco, el blanco significa tantas cosas bonitas, y el negro también si lo miras con el traje que te pusiste para la última cita.
Con los cordones desatados y húmedos es más fácil tropezar, pero caer en un charco es sentir que se puede volver a empezar.
En el jardín bailan las margaritas, prueba deshojar una tal vez te enamore la respuesta, prueba sentarte a esperar, puede que tu zaguán sea el cálido resguardo para alguien.
Si el gris mojado de la lluvia tapizó tu día, yo miraría dos veces, tal vez hasta con los ojos cerrados una cortina de colores se asome detrás de cada gota.


Rosana Arbelo
-Llueve-

Amor a...


Foto: Pierina R.

La primera fue tan impactante e insuficiente que tuve que hacerlo otra vez, tus ojos me fulminaron, y una segunda mirada rozaba la urgencia. Entre parpadeos perdí el orden y el tiempo, sólo sé que fue amor a incontables vistas y en un instante eterno.



Ricardo Montaner
-Es así-

Con los cordones desatados




Foto: Vanessa R.


Sin prisa abro los ojos, con pausa respiro profundo relajando mis cinco sentidos, para que luego hagan de lo que encuentren una fiesta.
Los primeros pasos de la mañana, algo desorientados van dejando huella en todos lados, sin saber donde está el norte, aparece el sur algo preocupado ante semejante torpeza. No es mi culpa, son los cordones de mis zapatillas que en un atento descuido no han sido atados; entre tropiezos, vaivenes, giros, han decidido salirse del rutinario camino para tomar un atajo sin dirección ni destino.

Con los cordones desatados puede que me caiga más de una vez, pero limpiando mis rodillas me reiré a carcajadas, tal vez alguien escuche y haga eco devolviéndome su sonrisa.
Con los cordones desatados puedo amarrar trocitos de instantes, notas para una guitarra olvidada, musas para un tintero con urgencias de plumas, y nubes para fabricar mi pedacito de cielo.
Con los cordones desatados es más divertido subir por las escaleras, sería como la misma vida, transitarla con obstáculos, pero así todo se ve distinto, sólo así vale la pena.
Con los cordones desatados puedo colgarme del arco iris, y bajar con el alma empapada en colores.
Con los cordones desatados puedo izar velas, también naufragar en remolinos, y entre cantos de sirenas y mensajes en botellas escribir mi historia más bella.
Con los cordones desatados puedo armar los renglones de una partitura en el aire, puede que alguna golondrina me ayude a terminar la canción que no tiene final.
Con los cordones desatados puedo imaginar a la guitarra con las cuerdas rotas completa, y de las manos que las tocan haciendo del paraíso una fiesta.
Con los cordones desatados mis pies pálidos y fríos podrán caminar desnudos, y al estremecerse reconocer el cálido camino a casa.
Con los cordones desatados puedo jugar con un niño a la pelota, y perder la partida disfrutando la derrota.
Con los cordones desatados no importa el tiempo, yo llevo mi propio ritmo atado al lado izquierdo de mi pecho.
Con los cordones desatados va mi andar al lado de mi mejor amigo, a él no le importan las apariencias, sólo caminar conmigo.
Con los cordones desatados atrapo mariposas, no me importa hacer un pacto, no me importa que sea un día, si ese día es el mejor de mi vida.
Con los cordones desatados puedo prestarle el hilo a una cometa, sin pedirle nada a cambio, sólo que le acaricie las alas a mi ángel.
Con los cordones desatados y unos jeans gastados, no necesita nada más la maleta, sólo emprender el viaje.
Con los cordones desatados puedo tejer ilusiones en la noche, y despertarme con un sueño debajo de la almohada.
Con los cordones desatados no voy a cambiar la realidad, pero puedo imaginarla diferente al caminar dando tumbos.
Con los cordones desatados puedo confundir a los reyes magos, y en vez de dejarme lo que pida, me regalen lo que necesito.
Con los cordones desatados hasta me puedo enamorar, en vez de atarlos en mi zapatillas, puedo anclarlos en orilla de alguien más.