Algo fui, algo había hecho para que todos estos años me tengan en éste lugar. El parque es muy lindo, aunque no pueda moverme todo es vida a mi alrededor, desde aquí arriba la vista es perfecta, y mi aspecto de princesa atrae muchas miradas, pero yo no me siento así, nada mas me gustaría ser libre por un momento.
Por las noches la luna acaricia mi rostro y lo viste de plata, a veces esa luz me deja al descubierto cuando refleja una lágrima que yo no puedo detener, y llega a esa sonrisa que me dibujaron.
El día disfraza un poco lo que realmente me pasa, con la salida del sol llegan los primeros ruidos de la mañana, frente a mis pies desfilan cientos de personas, algunos no advierten mi presencia y menos aún me ven por dentro. Hay pequeños seres que sin entender me dan mucho: un jilguero que a diario se posa en mi mano y me regala su misma pero diferente canción, un ángel con su ala izquierda rota intenta repararla al contarme su dolor, niños que he visto crecer y más tarde pasaron suspirando por amor. Aprendí mucho de aquella persona que intentó derribarme a pedradas para sacar la rabia que le tenía a la vida, que es la misma que muchas veces he sentido yo.
Otras cosas le aportan algo a mis sedentarios días: las nubes me regalan imágenes. Los cambios de estaciones muchos colores. Las campanas en la iglesia invitan a mantener la fe, y aunque yo no pueda juntar las manos para rezar quiero creer. Un grupo de chicos dejaron plasmados sus ideales en la plataforma que me sostiene, Un anciano se siente útil con algo tan simple como alimentar a las palomas.
La lluvia me trae el recuerdo de aquel muchacho que pasó por acá hace más de veinte años, me regaló una mirada con algo de amor y dolor, no me escuchó cuando le grité que me llevara con él, seguramente no se acuerda de mí pero yo aún espero darle ese abrazo que me regale un trozo de vida para poder sentir, él ahora está mas viejo y yo sigo con mi eterna juventud, pero si veo sus ojos lo voy a reconocer entre la multitud.
Desde éste lugar donde mi mirada divisa el norte he aprendido muchas cosas por saber observar, he visto pasar a las mismas personas con diferentes expresiones, valores, actitudes, sentimientos. De lejos vi al amor, y de cerca al dolor, tal vez no entienda de estas cosas pero me las puedo imaginar, el odio no me gusta y prefiero seguir aquí arriba antes que sentirlo. La amistad es como el arco iris. Las ilusiones son como las flores. La felicidad es una búsqueda constante. El llanto me parece maravilloso, lo he visto en rostros llenos de dolor y hasta en los más felices. El alma es un misterio, nadie sabe donde está pero he escuchado que todos la sienten porque no dejan de hablar de ella, ¿será que yo también tengo una y no me he dado cuenta? Muchos sentimientos he visto expresados de diferentes manera, son un espejo y llegan a mis ojos como un reflejo. Pero hay algo que nadie puede enseñarme, nadie conoce mejor que yo a la soledad, fue el regalo que me dieron el día que decidieron que yo fuera una estatua, y me encerraron en éste disfraz.
Por las noches la luna acaricia mi rostro y lo viste de plata, a veces esa luz me deja al descubierto cuando refleja una lágrima que yo no puedo detener, y llega a esa sonrisa que me dibujaron.
El día disfraza un poco lo que realmente me pasa, con la salida del sol llegan los primeros ruidos de la mañana, frente a mis pies desfilan cientos de personas, algunos no advierten mi presencia y menos aún me ven por dentro. Hay pequeños seres que sin entender me dan mucho: un jilguero que a diario se posa en mi mano y me regala su misma pero diferente canción, un ángel con su ala izquierda rota intenta repararla al contarme su dolor, niños que he visto crecer y más tarde pasaron suspirando por amor. Aprendí mucho de aquella persona que intentó derribarme a pedradas para sacar la rabia que le tenía a la vida, que es la misma que muchas veces he sentido yo.
Otras cosas le aportan algo a mis sedentarios días: las nubes me regalan imágenes. Los cambios de estaciones muchos colores. Las campanas en la iglesia invitan a mantener la fe, y aunque yo no pueda juntar las manos para rezar quiero creer. Un grupo de chicos dejaron plasmados sus ideales en la plataforma que me sostiene, Un anciano se siente útil con algo tan simple como alimentar a las palomas.
La lluvia me trae el recuerdo de aquel muchacho que pasó por acá hace más de veinte años, me regaló una mirada con algo de amor y dolor, no me escuchó cuando le grité que me llevara con él, seguramente no se acuerda de mí pero yo aún espero darle ese abrazo que me regale un trozo de vida para poder sentir, él ahora está mas viejo y yo sigo con mi eterna juventud, pero si veo sus ojos lo voy a reconocer entre la multitud.
Desde éste lugar donde mi mirada divisa el norte he aprendido muchas cosas por saber observar, he visto pasar a las mismas personas con diferentes expresiones, valores, actitudes, sentimientos. De lejos vi al amor, y de cerca al dolor, tal vez no entienda de estas cosas pero me las puedo imaginar, el odio no me gusta y prefiero seguir aquí arriba antes que sentirlo. La amistad es como el arco iris. Las ilusiones son como las flores. La felicidad es una búsqueda constante. El llanto me parece maravilloso, lo he visto en rostros llenos de dolor y hasta en los más felices. El alma es un misterio, nadie sabe donde está pero he escuchado que todos la sienten porque no dejan de hablar de ella, ¿será que yo también tengo una y no me he dado cuenta? Muchos sentimientos he visto expresados de diferentes manera, son un espejo y llegan a mis ojos como un reflejo. Pero hay algo que nadie puede enseñarme, nadie conoce mejor que yo a la soledad, fue el regalo que me dieron el día que decidieron que yo fuera una estatua, y me encerraron en éste disfraz.
7 comentarios:
Me imaginé tu historia, pero al mismo tiempo me puse a pensar que muchas personas viven como "estatua" esperando que alguien descubra lo que llevan dentro y que muchas veces tienen que "disimular o disfrazar" al inicio del día lo que realmente llevan al igual que la figura de la que hablas en tu historia.
Creo que hay más "estatuas vivientes" de las que pensamos andando por ahí y que esperan a veces mínimo que alguien las toque para infundirles un poco de calor humano y derretir un poco de toda esa frialdad con la que toda su vida han cargado.
Bueno, creo que tu historia me hizo transportar lo que sentía la estatua y aplicarlo al mundo real, que a veces es más duro que lo que podría ver una figura inmovilizada en la parte central de una plaza o parque.
Pienso que muchas veces actuamos con los demás como si fueran estatuas, sin sentimientos, sin vida propia.
Entramos y salimos de los sitios, sin reparar en el rostro del que está a nuestro lado.
Hacemos largos viajes en trenes, aviones, y si al bajar nos preguntan como iba vestido, ni reparamos....
Esta sociedad que anda concetada al teléfono y al MP3 por la calle, vive en un aislamiento total de todo lo que lo rodea.
Hay que tener cuidado, la estatua también podemos ser nosotros....
Yn beso
Pienso que muchas veces actuamos con los demás como si fueran estatuas, sin sentimientos, sin vida propia.
Entramos y salimos de los sitios, sin reparar en el rostro del que está a nuestro lado.
Hacemos largos viajes en trenes, aviones, y si al bajar nos preguntan como iba vestido, ni reparamos....
Esta sociedad que anda concetada al teléfono y al MP3 por la calle, vive en un aislamiento total de todo lo que lo rodea.
Hay que tener cuidado, la estatua también podemos ser nosotros....
Yn beso
Bueno, si la soledad es con diferencia una de los peores males de la vida actual.
Pero la peor de las soledades es la que se vive en compañía. Es entonces cuando uno se puede sentir como una estatua.
No hay nada comparable a la buena compañía y a compartir con los demás de modo sincero y sin ambages.
Salu2:
me gustó tu relato, en la "piel" que te pusiste, en esa eterna juventud, en esa soledad, en la que muchas veces estamos inmersos. Me encanta ver cada día más lo que sucede o está a mi alrededor. Lo descubro redescubro y el otro día pasando frente a una estatua en la rambla también pensé en "esa mujer". Soy de las que miran en las terminales como se encuentra o despide la gente y supongo historias...en fin, que tal vez me vaya bien el traje de estatua para escribir y describir lo que pasa a mi alrededor.... un fuerte abrazo de coliense a salteña (nos ponemos de pie? jajaj)
Solo quienes saben ver y oír (a conciencia) pueden encontrar la esencia en el transcurso del tiempo.
Descifrar el encanto de la vida en solitario (eso a lo que tantos temen), y mantenerse estoicos (ya sea por elección o imposición).
De todo se rescata algo. Estatua o no, cuando la soledad se cierne sobre uno, hay un punto en el que se comienza a aprender que los millones de formas de vivir, son -solamente- matices en el camino. Acaso sendas diferentes que ayudan a disfrutar... tan poco, y sin embargo, muchísimo.
Como siempre me dejaste boquiabierto.
Un beso grande
Está bueno esto de ponerse en la piel de otro y observar el mundo con otros ojos y sobre todo con una mirada tan analítica.
Lo mejor del texto es que si bien se centra en el análisis de la estatua en cuanto a lo que sucede a su alrededor y sus personajes así como las personas que pasan y se regalan un instante para observar a quien esta siempre en ese lugar sin importar el día, la hora, el clima o la situación que fuese.
Un beso.
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